Nuestra historia

La historia de la Hacienda San Andrés es amplia; 1535 es buen año para marcar su inicio, aunque ya la región tenía una historia que no puede deslindarse por completo de la de la hacienda. La hacienda se dedicó en algún punto a la explotación de madera, que se utilizó en la construcción de ferrocarriles. Después vio pasar a lo lejos la Guerra de Independencia y fungió como cuartel de las tropas revolucionarias y federales.

Hoy es un espacio que nos permite alejarnos del caos de la urbe, relajarnos y volver a la raíz de los alimentos y a la vida en el campo.

En la hacienda hay áreas que cuidamos con gran cariño, como el laberinto natural, el granero y el campanario, pero especialmente la granja, el huerto y nuestra tierra. De aquí vienen los ingredientes que utilizamos en la cocina. Estos ingredientes viajan también a las cocinas de varios restaurantes, y de Broka, el proyecto hermano de la hacienda en la colonia Roma en la Ciudad de México. Para seguir promoviendo el consumo sustentable creamos el mercado La Lechuza, que se ha vuelto tradicional los lunes en el patio de SiMon, nuestro proyecto que promueve el vino nacional.

Hacienda San Andrés busca desconectarnos de nuestra rutina y reencontrarnos auténtica y elementalmente sumergidos en la naturaleza, frente a los impresionantes panoramas del valle y los volcanes. En su visita pueden acompañarnos en las distintas actividades que ofrecemos o disponer de su tiempo libremente y descansar.

Nuestra hacienda es también un refugio para las artes. En su interior hay un mural de Federico Silva (Premio Nacional de Artes) y una puerta-escultura de Ángela Gurría. La capilla, construida en el siglo XVI sobre un centro ceremonial azteca, conforma un triángulo equilátero con la punta del Popo y la cabeza de la Mujer Dormida. Aquí se encuentra uno de los tres paraísos terrenales de los antiguos nahuas. El crítico Xavier Moissen ha dicho que esta capilla “constituye la tercera gran obra del muralismo mexicano del siglo XX… Diego Rivera y José Clemente Orozco dejaron obras inmortales en Chapingo y Guadalajara. Rivera en su estilo clásico, Orozco en el expresionista y Silva en el abstracto”. También debemos destacar que Diego Rivera pintó el primer cuadro que se le conoce, 'La Era', en los jardines de la hacienda, dando con ello testimonio de la belleza del paisaje y arquitectura del lugar.

Nuestros principios.

Creamos una atmósfera cálida en la que los huéspedes se sientan en confianza.
Somos anfitriones que se preocupan por que sus invitados vivan una experiencia de campo, descubriendo el lujo en los sabores de la tierra viva, en los paisajes, en los pequeños detalles, en el silencio. Queremos que nuestros huéspedes descansen, se restauren y se alimenten de calma, de comodidad. Que se acerquen al origen de los alimentos. Si de paso contribuimos a su conciencia ambiental, qué mejor.

Nuestro campo.

ALIMENTEMOS A LA TIERRA PARA QUE LA TIERRA NOS ALIMENTE A NOSOTROS

En Hacienda San Andrés nos preocupamos por conservar la salud de nuestro valle.

Ha sido un campo de siembra desde hace cientos de años y queremos que siga siéndolo.

En 2014 comenzamos un proyecto en el que los alimentos saludables se volvieron la columna vertebral de nuestra casa. Desde entonces sembramos hortalizas, cereales y frutos limpia y responsablemente, pues tenemos como foco principal el cuidado de la tierra y como última meta regresarle materia orgánica, minerales y otros nutrientes de los que la han privado décadas de maltrato.

Nuestros animales se alimentan con los productos que cultivamos nosotros mismos. Los tratamos amigablemente, lo cual nos proporciona también carne sana, nutrida y libre de antibióticos.  

Sembramos maíz criollo a la manera tradicional. Escogemos la semilla año con año para sembrar la mejor y no perder la especie original. Buscamos semillas auténticas del valle de México con el afán de preservar nuestras raíces.

El maíz criollo de la hacienda es sembrado desde hace 35 años de manera tradicional, y escogemos la semilla año con año para sembrar la mejor y no perder la especie original. Hasta hace un par de años incluimos maíces provenientes de la zona de Tlaxcala y hasta hoy seguimos buscando semillas auténticas del valle de México con el afán de preservar nuestras raíces.